Atacado por una mujer de metro y medio de ancho, Conrado usó la experiencia para dotarse; virilidad, valentía y supervivencia afinaban su relato.
Pero el colchón cortado, almohadas voladoras y los flujos en el ventilador de techo aportaron una celebración de estrógeno central.
Conrado fue, durante seis horas, el apéndice fugaz de una ninfomanía legendaria.
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