...Van Damme compró el conjuro del feldespato (en un luggbar de LAX) Desde ese día Jean Claude consumió compulsivamente chutes gordos de feldespato, que sorbió por el culo con la ayuda de una bombilla sorda. Progresivamente la carrera del joven fue convirtiéndose en una pareja sucesión de éxitos grandes, fracasos torvos, desastres económicos y alicientes de taquilla. Siempre esquivando la calidad actoral, producciones dignas y denostando cualquier arte marcial, Van se convirtió en un ícono que revuelve y cuestiona el entretenimiento ochentero, y más. Ya en los dosmiles y con los esfínteres cansados, en plena abstinencia, de todos modos no se hace auspiciosa una presencia auspiciosa de este aventurero caro al celuloide.
No está de más lanzar desde acá una caricia de advertencia sobre los defectos del feldespato.
domingo, 24 de febrero de 2008
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