viernes, 7 de marzo de 2008

Opas.

Los diablos opas de Jardo no tomaban nada desde el mediodía. No quedaba alcohol. La Evaporación Profetizada había llegado. Una forma de vida milenaria tendría su golpe evolutivo desde hoy. O se extinguiría.-Murks, no hay ginebra, las mujeres perdieron su espíritu y nuestra circulación está lenta y apretada.-Si, Gubna.La respuesta caída del líder marcaría desde el momento la ruta de los demonios.-Paguemos; hagamos los sacrificios necesarios, convirtámonos, aceptemos el poder acaecido.-Nah. No serviría. Esto es un truco. Nos quieren muertos; somos pocos, no conocimos las fórmulas y ya no tenemos vísceras. -¿Cómo hacemos?-Traé el auto.Murks y Gubna viajaron hasta el nervio de Jardo, dejaron el auto encendido y bajaron a presentar sus respetos a Cabeza. Él los recibió, complacido de haber cumplido con lo Escrito. Miró desde arriba, saludó paspado y: -"Les preparé un contrato con las directivas para su especie, Murks. Entenderán que no les puedo ofrecer algo para tomar", dijo Cabeza guiñando a los Secretos.Murks se adelantó, leyó la letra chica y pronosticó para su raza una Intoxicación Redentora en otros miles. Tres mil doscientos exactos, dijo. Cabeza se lo tomó mal, dio un grito y Murks y Gubna cayeron de tetas. Cabeza los pisó, alcanzó el contrato y lo leyó despacio. Era cierto, tenía errores de puntuación y la letra no era tan chica.

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